miércoles, 25 de abril de 2012

15M, Un aniversario, un disgusto.


12 de mayo de 2012. Un año después. Un aniversario que para todos es disgusto: para los de arriba, porque se repite; para los de abajo, porque se tiene que repetir. Muchos de los que estuvieron allí aquel 15M, ofreciendo su tiempo y su vida; muchos de los que experimentaron aquel nerviosismo colectivo, transformado en entusiasmo o en impotencia, volverán.


La sensación de que algún día pertenecimos a la fotografía de un terrible diagnóstico social nos empujará allí de nuevo. La situación se ha torcido aún más de lo esperado, pero el convencimiento de poseer la razón es demasiado fuerte. Mostramos que otro mundo era posible, que la realidad, antes tan firme, era de repente susceptible de ser modificada. Nadie esperaba ese despertar tan contundente, nadie esperaba la #Spanishrevolution cuando sólo eran unas cuantas letras propagándose por las redes sociales. Pero sucedió.

Salimos a las calles, con ideas claras pero pasos temblorosos. Sin ser conscientes de que la unión de todos aquellos pasos, atravesando una España árida y nada esponjosa, formaría un importante capítulo de la historia. Sin pensar que algún día, entre canas y acopios de recuerdos, miraremos hacia atrás, quizá con amargura pero jamás con remordimiento.



El próximo mes las rosas volverán a contemplar al sol con nuevos anhelos: más tristes, más indignados y, paradójicamente, un punto más próximos a la resignación. Y no porque creamos que nuestras acciones sean erróneas, o no posean unos fuertes cimientos intelectuales que las colmen de motivos, sino porque hemos sido insultados, humillados y difamados hasta la saciedad. Políticos, pudientes y medios de comunicación continúan poniendo diques con espinas, en pos de intereses propios y ambiciosos.

Quizá muchos de nosotros podamos disfrutar de una casa, de muchas garantías, de una lógica calidad de vida. Pero cuando hablamos de crisis, no es tal, sino estafa. Fraude, engaño, timo, robo. ¿Qué ocurriría si vuelves del supermercado con dos barras de pan y un extraño con traje y corbata arranca la mitad de una y se la come? Pues imagínate si, con complejas triquiñuelas, se hubiera llevado directamente la bolsa, tu cartera, tus ahorros, tu trabajo, tu casa....Y tu vida.



Puede que el trasfondo humano sea tan triste que sólo podamos llegar a la empatía a través de la imaginación. Si es así, empleémosla. Imaginemos lo que no vemos, materializemos lo latente: fajos de billetes, ojos llorosos; puestos de trabajo comprados con susurros, maletas en la puerta del que era tu vecino; compra de armamento militar, civiles acribillados en una masa homogénea de anónimos; rostros suplicantes, sangre y gases lacrimógenos; bocas hilvanadas, títeres de los que cuelgan las palabras, formando frases tan bellas como jeroglíficas. Formando pura neolengua. 

domingo, 22 de abril de 2012

¿Qué es violencia? ¿Y tú me lo preguntas? Violencia eres tú


Violencia es trabajar 40 años por una miseria y no saber si algún día llegarás a jubilarte.

Violencia son los bonos del estado, las pensiones robadas, el fraude de la bolsa.

Violencia es estar obligado a obtener un préstamo hipotecario que finalmente pagas a precio de oro.


Violencia es el derecho del director de despedirte en cualquier momento.

Violencia es el desempleo, la precariedad, los 700 euros con o sin seguridad social.

Violencia son los "accidentes" laborales, porque los jefes limitan sus gastos a costra de la seguridad de los trabajadores.

Violencia es tomar psicofármacos y vitaminas para hacer frente los horarios extenuantes.

Violencia es ser una inmigrante, vivir con el miedo que en cualquier momento te van a echar fuera del país y experimentar constantemente inseguridad.

Violencia es ser al mismo tiempo asalariada, ama, de casa y madre.

Violencia es cuanto te cogen el culo en el trabajo y te dicen: " Sonría, tampoco es para tanto"

Lo que hemos vivido yo lo llamo rebelión. Y al igual que cualquier rebelión es similar a ensayo de guerra civil,  huele a hollín, gases lacrimógenos y sangre. No se contiene fácilmente y no se explota. Enciente conciencias, acentúa y polariza contradicciones, asegura momentos de compañerismo y solidaridad. Traza sendas por la liberación social.

Señoras y señores, ¡bienvenidos a las metrópolis del caos! Coloquen en sus casas puertas de seguridad y sistemas de alarma, abren la televisión y disfruten el espectáculo. La próxima rebelión será definitivamente más ardiente, a medida que progresa la podredumbre de esta sociedad... O salgan a las calles junto a sus hijos, decláranse en huelga, atrevedse a reclamar la vida que les roban, recuérdense que una vez fueron jóvenes que quisieron cambiar el mundo.

Savvas Metoikidis