Al Berkowitz, A Long Hereafter/ Nothing Beyond
Suenan a Oklahoma, pero son tres madrileños de pura cepa y en la misma capital han engendrado esta obra maestra, exenta de cualquier etiqueta predefinida. Este disco es un cerebro en ebullición, y sus hemisferios constituyen un maremágnum de colores psicodélicos a lo Pink Floyd. Por sus conexiones neuronales, navega una pizca de jazz, otra de crispado rock progresivo y muchos tintes experimentales. Su sonido fluye como una lava sólida, y va mutando a lo largo del álbum. Ahora entendemos esos tres años de silencio: un tiempo insuficiente para diseñar de forma tan meticulosa una base muy melancólica y, a veces, desquiciante.
Josh Ritter, The Beast In Its Tracks
Que es un compositor a lo grande, ya lo intuíamos. Que se ha divorciado de la también cantautora Dawn Landes, lo ha gritado él mismo a los cuatro vientos. Ahora, además, nos lo canta. Es el álbum con las letras más confesionales que ha generado nunca. Entre composiciones educadas y austeras, encontramos apologías al caos de las emociones y a la caída libre que sigue a una ruptura. Aún así ya ha pasado un tiempo, en el que Ritter ha enderezado su timón. Ahora navega en aguas serenas y, como resultado, emerge un disco que podría ser menos frío y sensato, pero aún vislumbramos lógicos ecos de tensión en un relato tan autobiográfico como universal.
Palma Violets, 180
La prensa británica estaba expectante ante el retorno de sus nuevas estrellas Indie. Y es que son ellos quieren han heredado el hype de los Libertines, simbolizan el resurgir del Brit Rock. Puede que en una primera escucha sus melodías nos suenen a algo ya muy machacado y hecho polvo, pero para todos aquellos que añoren el rock alternativo de los 90, he aquí los perfectos sustitutos de los Smiths o los Strokes, ahora que están al borde de la desintegración. Una buena cuadrilla de pop londinense que podríamos comparar, por suerte o por desgracia, con innumerables grupos más.